Venus en India by Charles Devereaux

Venus en India by Charles Devereaux

autor:Charles Devereaux [Devereaux, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 1889-01-01T05:00:00+00:00


Envié devuelta una pequeña nota aceptando, y sintiendo un extraño latido en mi corazón, porque Fanny había llegado a hacérseme demasiado querida, y el lector sabe por qué no cultivaba su amor más ardientemente.

Mientras tanto el honrado Jack Stone había venido a verme, y me dijo que el desgraciado Searles había muerto de cólera cuando iba hacia Bombay. El malvado se había recobrado lo bastante como para permitir que los médicos recomendasen su repatriación en permiso por enfermedad, pero antes de llegar a Bombay fue atacado de cólera, tuvieron que bajarle del tren moribundo y yace enterrado en una pequeña estación solitaria sin una lápida siquiera en su recuerdo. Muchos pobres viajeros mueres así en la India; son enterrados, olvidados, y sólo el libro del jefe de estación conoce el lugar de su último sueño.

Stone estaba horrorosamente preocupado en el sentido de que yo no añadiese teas al fuego diseminando informes sobre la señora Searles y su establecimiento en la casita de la madreselva. La razón de ello se me hizo manifiesta años después, cuando le encontré en Brighton con una dama que me presentó como la señora Stone. Los rasgos de la dama me resultaron algo familiares, y forzando la memoria recordé que eran extremadamente semejantes a los de la mujer desnuda de la fotografía que me enseñara la movida noche donde Searles intentó forzar a Lizzie Wilson. El galante Jack había hecho de la señora Searles una mujer honrada otra vez a los ojos del mundo, ganándose un derecho igualmente honrado a gozarla cuando le viniese en gana, sin necesidad de pagar quinientas rupias por ese grandioso placer. Ella parecía una criatura guapa y voluptuosa, con senos decididamente grandes y bien formados, y me atrevo a decir que el viejo Jack pasó muchas noches golosas entre sus golosos muslos, follando su golosa grieta, como en tiempos dijo. ¡El pobre y viejo Jack! Hay en el mundo muchos hombres peores que él, y me atrevo a decir que la pequeña señora Searles fue para él una mujer tan buena como muchas otras.

No fue sin nuevos apretones de corazón como descubrí que los Selwyn ocupaban mi viejo cuarto en el bungalow como sala, y que usaban el en tiempos cuarto de Lizzie Wilson para las chicas y los niños. La puerta que comunicaba ambos cuartos estaba abierta, y mientras cenaba junto a Fanny vi la cama donde había echado tan a menudo polvos con la hermosa Lizzie y una pasión indescriptible se apoderó de mí. Estaba mirándola y evocando escenas pasadas en la mente cuando Fanny captó la dirección de mis ojos.

—Ésa es mi cama —dijo inocentemente.

—¿Sí? —repuse mecánicamente.

¡Oh! ¡Qué se había apoderado de mí! ¿Cómo es posible que la visión de esa cama no enfureciese a mi verga? Estoy convencido de haber actuado como un comensal aburrido y estúpido durante la cena. Sin embargo, el coronel estaba en la mejor de las disposiciones, muy contento. Yo sabía por qué.

El pobre había conseguido engañar al fin a su observadora esposa, obteniendo el muy anhelado escondrijo disponible.



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